Como cada año, este primero de mayo se conmemora en nuestro país y alrededor del mundo el Día Internacional de los Trabajadores, fecha que recuerda el conflicto social vivido específicamente en el año 1886 en la ciudad de Chicago, en Estados Unidos, en el que gracias a una huelga apoyada por miles de trabajadores y trabajadoras de empresas locales se logra hacer efectiva la jornada laboral diaria de ocho horas, a la vez que se lamenta el enjuiciamiento de ocho sindicalistas anarquistas involucrados en el movimiento y la condena a muerte de cinco de ellos.
La convocatoria a huelga del 01 de mayo de 1886 se enmarcaba en un contexto en que ya había sido aprobada hacía años la ley federal que aplicaba la jornada de 8 horas, pero que era resistida con porfía por los empresarios industriales hasta entonces existiendo llamados a movilización para su implementación. La huelga pacífica terminó en tragedia, luego de que durante los días siguientes la policía local abriera fuego contra los manifestantes resultando en varios de ellos heridos o fallecidos. Posteriormente, el día 04 de mayo luego del estallido de una bomba fallece un funcionario de policía, y resultan heridos varios otros, declarándose estado de sitio y toque de queda, y el inicio de una feroz represión contra el movimiento obrero.
El día 21 de junio se da comienzo al juicio contra quienes fueron identificados como responsables, ocho participantes activos del movimiento, siendo juzgados en un procedimiento carente de las normas más básicas de un debido proceso, y condenados sin ningún medio de prueba que acreditara su participación en los hechos.
Esta conmemoración cobra especial importancia para las y los trabajadores actualmente, en primer lugar porque da cuenta de que la lucha por mejores condiciones laborales es un proceso que se vive desde hace más de un siglo a lo largo del mundo y que no puede ser analizado sin recordar sus hitos principales y los protagonistas de su historia, no sólo los mártires de Chicago, sino los miles de trabajadores y trabajadoras que participaron en este y otros conflictos.
En segundo lugar, nos hace ver que la represión al movimiento obrero y social en general ha sido también desde siempre la respuesta a la organización de las y los trabajadores, no resultando extraño en nuestro país durante los últimos meses, lamentablemente, el uso de la fuerza policial desmedida y el ejercicio arbitrario y abusivo de la justicia penal contra los manifestantes, especialmente en un momento álgido de lucha por un cambio social y constitucional.
En tercer lugar, nos recuerda que la lucha por mejores condiciones para las y los trabajadores es un desafío que enfrentar a nivel mundial, y que no podemos librar de forma aislada de nuestros vecinos y de nuestra historia, tal como hemos tenido que aprender a la fuerza durante las últimas semanas en el actual contexto de crisis sanitaria, en que ha sido principalmente la organización de las y los trabajadores la que ha resguardado nuestra vida y salud frente a los intereses de los dueños de la producción, que no quieren bajar sus utilidades, sin importar mayormente el costo humano que haya que pagar.
En una fecha tan importante para las y los trabajadores, aún existen desafíos a los cuales se tiene que enfrentar su organización, en especial bajo el contexto de pandemia, se vuelve urgente avanzar en mayores grado de unidad sindical que pueda ser capaz de enfrentar las reformas que hacen que los trabajadores carguen con las consecuencias económicas de la empresa.
Además de la necesidad de enfrentar las reformas regresivas del gobierno, se vuelve imperante empujar transformaciones sociales que les permita mayores grados de protección para las y los trabajadores, demandas como la negociación colectiva ramal, la protección del empleo y el salario, además de las demandas históricas respecto a la jornada laboral, entre otras.
Por último, mientras en otros países se discute bajar la jornada a 36 horas semanales, ¿crees que en nuestro país se cumpla la jornada de 8 horas diarias?